Gracias a problemas con mi conexión a internet y una empresa proveedora de tal servicio, de renombre pero poco interesada en la profesionalidad, he podido disfrutar en un par de horas de nada menos que seis intentos de completar la misión de historia de nivel 60. Aún no lo he conseguido porque sigo perdiendo la conexión cada tanto. Al margen de ésto (y no tanto, en realidad), he podido ver, en muy poco tiempo, reitero, el alzamiento del dragón X contra Arco de León, y su posterior caída. Al principio maravillado con la épica de la situación, el vivir un asalto masivo tanto como defensor como atacante, entre decenas de unidades de uno y otro bando, el surgimiento de un héroe a comandar la unidad definitiva contra el mal más encarnado… Al final, hastío.
No hace tanto que me han presentado a éste tal Trahearne, que desconozco si es personaje que viene del GW1 o lo profundo de su historia (no soy fan de leer las wikis ni libros ni textos de lore en juegos, que sigo prefiriendo el papel y lo que me quieran contar de un juego, que me lo cuenten en él como durante la fase en la visión de futuro de nuestra lechuga favorita..); Lo que sé de él es que me acompaña un rato en un momento dado en el que me quieren convencer de lo way, maravilloso, fornido, noble, leal y agroecológico que es a la par que unos bichos me parten la cara mientras él, poderoso nigromante, tranquilo, a mi lado, observa en profundidad una pared. Éste es el futuro de la esperanza, el comandante de la paz, el presidente de los Estados Unidos de Tyria. ¡¿Éste?! Éste, que poco después desaparece mientras sucede mi escena favorita de los rocambolescos imaginativos que una vez alguien tuvo a bien imaginar: La isla X, bastión de la defensa de Arco del León (sigo sin saber porqué la defensa de un lugar se encuentra en una isla en otro… Si yo fuera el dragón, hubiera atacado desde el este y paso de hacer el gamberro por ahí…) se encuentra ocupada por terribles huestes de no-muertos. El plan para recuperarla: hay una puerta, no podemos abrirla porque (introduzca palabra aleatoria aquí), utilizaremos un extrañísimo artefacto cuasi incognoscible para girar un emisor láser. No arietes, no misión quizá suicida desde su retaguardia sino un complejísimo cacharro girador que dará paso al alzamiento de que nuestra lechuga favorita como poderoso líder (En otras palabra: no hace una mierda).
Casi, sólo casi, me muero por saber cuál es la recompensa de tan increíble hazaña como la de que consigamos que un NPC patán que es capaz de morir continuamente a la par que dice banalidades y generalidades que, supuestamente, nos inspirarán, sea ascendido a Trump, a Trumphearne.
En retrospectiva, casi hasta podría reír al pensar en las situaciones que se presentan, como la de Lechuga clamando “atacaz juntos” pero no “ataquemos juntos” poco después de que él le preguntase a la coliflor anciana cómo vencer a los no-muertos más poderosos. Por cierto, ella respondió: “Yo qué sé, tron, pegazles los dos o algo”.
No, no quiero saber nada más de Lechuga, ni de su pasado ni de su porvenir. Sí, probablemente todo ésto venga de mi frustración con los problemas de mi internet. Y también sí, a partir de ahora miraré con otros ojos el texto que más me gusta de todo lo que he leído hoy: Saltar hasta el final.
(Editado el por DesmondSinnach.1836)