[Relato] El señor del dragón - Cap. 1 "Recuerdos"

[Relato] El señor del dragón - Cap. 1 "Recuerdos"

in Creaciones de la comunidad

Posted by: Hersyr.7180

Hersyr.7180

(Los personajes de esta historia son jugadores reales, conocidos y desconocidos)

Taberna “Comienzo del fin”, Arco de león

- Maldito viejo decrepito.- Dije observando el reflejo que me devolvía la jarra.

El tabernero me miro con aprecio al decir esas palabras. A sus ojos un viejo Norn, orgulloso guerrero antaño, debatía entre cervezas lo triste de su ahora apacible vida. Siempre le caí bien a ese joven a pesar de llamarlo de mil maneras a cada cual mas despectiva. Era un chico torpe y poco de fiar, pero en el fondo era lo mas parecido a una familia que tenia. Al fin y al cabo dedicaba mi vida a estar en este estúpido asiento de una estúpida taberna en la estúpida Arco de león a diario. El al menos intentaba alegrar el día a este octogenario cascarrabias, pidiéndome a veces historias de mis viejas aventuras. No es que a el no le gustasen, pero prefería no ver mesas y jarras volando mientras relataba mis proezas ante un publico demasiado ebrio para siquiera entenderlas.

- ¿Qué tal una de tus aventuras Hersyr? – pregunto amablemente.
- Hoy no hijo – respondí – tengo algo importante que hacer.
El chico me miro asombrado.
- Es la primera vez que te veo rehusar a destruirme el salón – me dijo a la vez que reía.
- No te preocupes, después vengo y despierto a golpes a todos estos bastardos – le dije mientras cogía mi capa de la mesa y enfilaba la puerta.

Note una suave y fría brisa en la cara cuando salí del local. Comencé a caminar hacia la plaza central, donde el enorme león de la fuente, brillante e imponente, guardaba las puertas de la ciudad. Mientras caminaba, saludaba a las buenas gentes e insultaba a viva voz a los soldados novatos que perdían el tiempo charlando. Pare un momento a hablar con el hijo de un gran comandante Charr que conocí en mis tiempos de guerrero, un guardián capaz de motivar a sus soldados y amedrentar a sus enemigos con un simple rugido de su garganta. Su hijo había seguido sus pasos y por lo que me contaba, acababa de ingresar en un clan hacia poco con su escuadra. Me despedí de el y seguí caminando mientras recordaba a mi viejo clan, mis viejas amistades, las grandes luchas… todo lo que se fue para no volver. Odiaba haberme hecho viejo y débil, aunque probablemente aun podría ahogar a un gigante con mis propias manos, no como estos guerreros de ahora, todo florituras y armaduras ornamentadas. Estúpidos novatos…

Decidí dar un paseo antes de ir a mi cita, no tenía ganas de hablar con nadie en ese momento, y menos de escuchar noblerias, aguantar protocolos y debatir cuestiones de guerra que a mi no me importaban. Un grupo de guardias del león hicieron una inclinación al verme, que devolví rápidamente para seguir mi camino. Mi nombre era reconocido en casi todo Tyria, lo cual habría llenado de orgullo a mi familia y servido de inspiración a mis hijos, si hubiese tenido alguna de las dos cosas alguna vez. Me críe en la calle, sin familia, hogar ni honor. Mi padre fue un bastardo que no dejo más que deshonra a mi apellido, por eso nunca lo tuve, y mi madre murió al darme a luz. Crecí siendo un nombre sin apellidos, un niño sin familia, una vida sin esperanza. Hersyr era el nombre de una destilería de cerveza en Hoelbrak, donde el dueño, un hombre que fue lo más parecido a un padre de lo que tuve en mi vida, me ayudo a no morir de hambre y sed. Trabaje con el durante varios años hasta mi adolescencia, cambiando el nombre que me puso mi padre por el apellido de Genthar Hersyr, el hombre que confío en que podría ser algo mejor. Aun así mi juventud fue una espiral de violencia, alcohol y mujeres, del que no podía salir y que Genthar soluciono alistándome en la Manada. Nunca podré agradecerle lo que hizo por mi, y nunca podré olvidar la lección mas importante que me enseño ese anciano, “Siempre quedara el mañana mientras haya alguien que luche por ello”. Lo repetía constantemente, aunque yo nunca le daba mucha importancia.

Sin darme cuenta llegue a la plaza, donde una desgastada mujer me miraba desde el interior de su capucha con gesto despectivo, poniendo muecas y farfullando entre susurros. Aun así el tiempo no pasaba para los Groiss. Tanto ella como su hermano bastardo envejecían sin perder una extraña belleza que solo ellos eran capaces de conseguir sin magia.

- Buenas tardes viejo decrepito.- dijo como saludo cuando llegue frente a ella.
- Yo también me alegro de verte Liara, vieja bruja.- dije riéndome.

Liara y yo habíamos combatido juntos durante años, era lo mas parecido a una hermana que había conocido, a pesar de ser una elementalista y yo un guerrero.

- Donde esta la enana mental.- comente mientras miraba a mi alrededor.
- Deja a la chica, acaban de hacerla comandante, no sabrá ni por donde empezar.- me contesto.
- Podría empezar por aprender a mirar el reloj.- le replique mientras me colocaba bien mis guantes.

Mi armadura era una obra de arte conseguida pieza a pieza durante los años. Mi pechera era un trabajo artesanal de los mejores herreros de Linde de la divinidad, mis guantes una rareza poco frecuente, un metal forjado con llamas de un antiguo dragón desaparecido, imbuido con su magia, que dejaba caer una lava que podría carbonizar un buque de guerra si lo deseaba con mis propios puños. Mi casco era una pieza de oricalco cubierto con escamas del mismísimo Zhaitan y con la forma de la cabeza de un dragón. El resto de mi armadura había sido creada exclusivamente para mí por encargo de los líderes de Hoelbrack, un conjunto de piezas de color rojo oscuro y naranja, decorando un acero especial de las minas de Colinas del caminante.

- Perdón por el retraso – Dijo por fin una voz a mis espaldas.
Me gire para mirar la fuente de la voz tras de mi. Una joven humana corría hacia nosotros casi sin aire. Era una chica hermosa, de pelo rojo como la sangre, largo y alisado. Llevaba una túnica gris y una insignia con la cabeza de un león en el pecho. Se paro frente a nosotros mirándonos con sus grandes ojos violetas mientras tomaba aire aceleradamente.

- Comandante, no es usted un soldado raso, no debería andar corriendo por ahí dando esa imagen.- comento Liara.
- No quería hacerles esperar – dijo entre bocanadas- me dijeron que era una reunión muy importante.
- Si hay algo que aprendimos de tu madre es que si algo debe salir mal, saldrá mal, por mas prisa que nos demos… – le respondió la anciana- ella también era un desastre – le dijo sonriendo.

Mire a la chica de nuevo. No se parecía facialmente a su madre en nada, aunque físicamente eran exactamente iguales. La misma altura, la misma complexión… y la misma capacidad mental. Al recordar a su madre se me salto una sonrisa que no paso desapercibida para nadie. La risa paso a ser una risa leve y después una sonora carcajada.

- Es cierto – le dije- tu madre sabia como sacarle el jugo a una piedra. Era especialmente buena dirigiendo a los suyos, pero un desastre a la hora de pensar en las consecuencias.- me aclare la garganta antes de seguir hablando- Aun recuerdo cuando tenia que levantarla del suelo cada cuatro pasos en mitad de las batallas.
- Y en las misiones de reconocimiento que estropeaba gritando eso de “¡Silencio, hacéis demasiado ruido!” – comento mi compañera entre risas.
Estuvimos en silencio unos segundos recordando a nuestra compañera, a nuestra amiga… a nuestra líder. Su nombre era Shelly. Cuando la conocimos era una novata elementalista que no sabia invocar sus propios hechizos. Pero demostró con los años que ella podía hacer todo lo que se propusiese, desde luchar contra demonios que nadie quería enfrentar, hasta subir donde nadie podía llegar. Era una mujer constante y fuerte, que luchaba contra sus miedos de una manera increíble, con decisión y orgullo. Fueron estas facetas las que la convirtieron en la líder de Hic Svnt Draconis, y poco después, la que nos eligió a mí y a Liara como sus oficiales. Pero la vida es una tormenta en el mar, donde en cualquier momento puedes caer a la deriva. Durante la lucha contra Zhaitan, ella lidero a nuestro clan, en una operación junto al resto de clanes de Tyria, para detener el desastroso futuro que depararía al mundo si no deteníamos al dragón. Durante la batalla ella sacrifico su vida para incinerar los ojos del enorme dragón y darnos una victoria imposible. Con gusto habría dado mi vida una y mil veces con tal de evitar ese final, pero ella se acerco a mi y a Liara y nos dio sus dos ultimas ordenes “No me detengáis… y cuidad de mi hija”. Fue la última vez que pudimos ver a nuestra amiga, la persona que nos había convertido en cierta manera en lo que éramos, y al fin y al cabo, en lo que somos.

- ¿Les pasa algo? – preguntó la joven al ver la expresión apagada de nuestros rostros.
- No, tranquila Iemaya – le dijo Liara- solo recordábamos como viejos los momentos de nuestra ya extinta juventud.

Estaba cabizbajo, dándome cuenta de que Iemaya no había conocido apenas a su madre, y su juventud no había dado lugar a contarle lo valiente y especial que fue. Se convirtió en una gran hipnotizadora como su padre y decidió seguir los pasos de su madre alistándose para defender Tyria. Tenia su misma voluntad, su mismo coraje y su misma ternura. Deje de mirar al suelo levantando la cabeza. Pensar en ello no devolvería a los viejos amigos que cayeron en combate a la vida.

- Debemos movernos – espete de repente con una voz grave- esos don señores adinerados esperan que les solucionemos los problemas

Comenzamos a caminar hacia los cuarteles los tres, en silencio mientras mas recuerdos rondaban mi memoria. Los años me habían convertido en un triste anhelador de mi propia vida, deseando poder volver atrás en el tiempo y poder vivir las batallas, las gloriosas victorias cubierto de sangre de mis enemigos, los grandes momentos con mi clan y con las irremediables amistades que quedan para siempre. Pero todo eso ya paso y ya nunca volverá… o eso creía.

(Editado el por Hersyr.7180)